Uniones de Crédito en México: crecimiento, regulación y riesgos emergentes.
Uniones de Crédito en México: crecimiento, regulación y riesgos emergentes.
En el entramado del sistema financiero mexicano, las uniones de crédito (UC) son una pieza discreta pero esencial. No son bancos, pero sí mueven crédito, fondean actividades productivas y canalizan recursos hacia sectores que de otro modo quedarían fuera del radar financiero tradicional. En tiempos de tasas altas y acceso restringido al crédito, su papel cobra relevancia.
De acuerdo con la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), las UC son sociedades anónimas de capital variable constituidas por socios que se agrupan para facilitar el acceso al financiamiento y mejorar las condiciones de inversión. No pueden captar dinero del público en general —sólo de sus socios— y operan bajo la Ley de Uniones de Crédito (LUC), con autorización y supervisión directa de la CNBV.
Tres niveles de operación
El marco regulatorio permite tres niveles operativos, según el tipo de operaciones que realizan:
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Nivel I: se limitan a operaciones básicas de crédito y captación entre socios.
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Nivel II: además pueden ofrecer arrendamiento y factoraje financiero.
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Nivel III: pueden actuar como fiduciarias y participar en fideicomisos de garantía.
Cada escalón implica mayores requisitos de capitalización, controles internos y gobierno corporativo. Una UC no puede avanzar de nivel sin autorización expresa de la CNBV.
Panorama del sector
Al julio de 2024, los activos del sector sumaban 68,070 millones de pesos, con un crecimiento de 3.79 % anual. La cartera de crédito alcanzó los 48,797 millones, y la morosidad promedio se ubicó en 4.86 %, una mejora frente al año anterior, de acuerdo con datos de la CNBV y la prensa especializada.
Sin embargo, la concentración es marcada: unas cuantas uniones manejan más de la mitad de los activos del sector, lo que genera vulnerabilidad estructural. Además, buena parte del crédito se dirige a sectores agrícolas, agroindustriales y de servicios regionales, altamente expuestos a choques económicos o climáticos.
Riesgos que el contador debe observar
Aunque las UC son un vehículo útil para la inclusión financiera, presentan riesgos específicos que merecen atención técnica:
1. Riesgo de concentración y gobernanza.
El modelo cooperativo funciona bien con estructuras transparentes, pero algunas uniones presentan concentración de decisiones en pocos socios, lo que puede derivar en conflictos de interés o mala asignación del crédito.
2. Riesgo de liquidez.
A diferencia de los bancos, las UC no tienen acceso a grandes líneas de fondeo institucional. Su liquidez depende principalmente de aportaciones de socios y recuperación de cartera. Un retraso generalizado en pagos puede tensionar su capacidad de operación.
3. Riesgo operativo y de control interno.
El salto entre niveles de operación exige una administración sofisticada. Cuando una UC crece más rápido que sus capacidades de control, surgen fallas en la gestión de riesgos, auditoría interna o sistemas contables.
4. Riesgo regulatorio y de cumplimiento.
Las UC deben cumplir con normas de prevención de lavado de dinero (PLD/FT), reporte de estados financieros a la CNBV, y disposiciones de gobierno corporativo. Las omisiones en estas áreas pueden acarrear sanciones o incluso la revocación de la autorización.
5. Riesgo reputacional.
Un mal manejo de crédito o conflictos entre socios puede dañar la confianza local —que es precisamente su principal activo— y cerrar la puerta a futuros fondeos.
Desafíos y oportunidades
Las uniones de crédito son una alternativa sólida para fomentar la productividad local, especialmente en el campo y las pymes. Su cercanía con los socios les permite conocer mejor las realidades del crédito que los grandes bancos suelen ignorar. Sin embargo, ese mismo enfoque “de nicho” las hace sensibles a los cambios del entorno económico.
Para los contadores, asesores financieros y auditores, entender la naturaleza de estos riesgos no es opcional: es indispensable. El análisis de solvencia, liquidez, cartera vencida y cumplimiento regulatorio se vuelve un elemento clave en la gestión y auditoría de estas entidades.
Conclusión
Las uniones de crédito mexicanas viven un momento de consolidación: crecen, se profesionalizan y ganan peso en el crédito productivo. Pero su permanencia dependerá de cómo enfrenten sus propios riesgos estructurales. La transparencia, la disciplina contable y la prudencia regulatoria serán los mejores aliados para un sector que, bien gestionado, puede seguir siendo el rostro más humano del financiamiento.
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